Artist Statement

Encarar el trabajo de Paula Sarmiento es un ejercicio de introspección que equivale a observar la propia imagen reflejada en un espejo. Con una simplicidad aparente, semejante a la que conlleva ese acto cotidiano que revela lo que somos, las palabras en neón formuladas en luz blanca – La obra de arte soy yo –, más que declaración, reflexión o confesión, se abren en múltiples interrogantes que corresponde al espectador precisar. El resplandor del enunciado sumado al aura azul que lo rodea, producto de la frialdad del tono, evoca los avisos propios de la cultura publicitaria estadounidense de los años cincuenta y sesenta de los cuales el arte pop se valió, no sólo para cuestionar los valores de la sociedad de consumo, sino también como reacción frente a los cánones del arte tradicional que enmarcaba los límites creativos dentro de medios y técnicas avalados; no en vano, en algunas de las instalaciones de esta artista, el texto principal se encuentra acompañado por palabras y frases como yield, do not enter y one way, referentes cotidianos que en la vía pública buscan regular el tráfico y que en este nuevo contexto que ofrece la sala de exhibición, potencian la ambigüedad del mensaje para enriquecer las posibilidades de sentido.

En La obra de arte soy yo, medio y contenido resultan en un aviso que sorprende por su extrañeza, ya que no se compadece con aquello que un espectador desprevenido esperaría encontrar en el paisaje urbano. Frente al uso insólito del neón y de la afirmación, la expectativa cotidiana se ve frustrada y es aquí donde se origina un campo semántico fértil que da cabida a interpretaciones simbólicas, metafóricas y lingüísticas que en últimas buscan proponer una manera diferente de estar en el mundo.

Por fuera del entorno habitual – la calle –, las facultades expresivas del neón sumadas a las palabras resultan en enunciados construidos a partir de luz, cuya carga simbólica permite establecer una resignificación de lo mundano a partir de lo espiritual. Arraigada en nuestro inconsciente colectivo, la luz es la representación concreta de una realidad abstracta, mas no por ello nimia. Por el contrario, en ese sustrato común a los seres humanos de todas las épocas y lugares, la luz encarna ideas como vida, nacimiento y liberación; por oposición a sombra o tiniebla, se torna en imagen de conocimiento, evolución y claridad. En este orden de ideas, no es gratuito que el término iluminación sea entendido como un encuentro con la verdad, y no lo es tampoco afirmar que la máxima que constituye esta obra de arte pretenda desencadenar una revelación en quien la lee. Esto agregado a las búsquedas por el sentido del individuo contemporáneo, a quien la cultura de masas fomentada por la institución publicitaria le ha impuesto un ritmo frenético en el cual nada es suficiente y los éxitos son efímeros. La luz se constituye como una alternativa a la incertidumbre y el vacío generado por el modelo.

Como tantas obras de arte contemporáneo, la de Paula Sarmiento exige un compromiso del espectador distinto del corriente. Para alcanzar una producción de sentido, la observación debe ser reemplazada por participación. La pasividad expectante de quien se ha acostumbrado a estar rodeado de avisos luminosos en la calle aquí se modifica, y el lenguaje lumínico que allí se ha tornado en metáfora muerta, cobra una nueva dimensión. En este caso en particular, además, la lectura del texto escrito en primera persona del singular invita a la apropiación de este, y su significado traslada la condición de objeto estético a quien lo lee. La obra de arte soy yo es, entonces, una consigna paradójica, pues a pesar de su aparente autorreferencialidad, en realidad hace las veces de canal para permitirle al lector entenderse como obra de arte.

En cuanto al componente escrito de la obra, cabe destacar la pregunta por el emisor del enunciado. Apelando a la literalidad del texto, habría que concluir que el emisor no es otro distinto del autor, en este caso la artista. Sin embargo, de acuerdo con el principio de la autonomía del texto y de la concepción de obra abierta propuesta por Umberto Eco, el enunciado también funciona de manera independiente, desdoblado del autor, y su interpretación en clave biográfica se prolonga hacia una participativa que no sólo multiplica sus posibilidades semánticas sino también, y más importante aún, empodera al lector con una revelación que se reviste de verdad: es, somos, obra de arte.

También en cuanto a la forma escrita, no pueden pasar desapercibidos los rasgos de la caligrafía que la compone, y cuya figura sinuosa han adoptado los tubos de neón. La letra cursiva, también llamada manuscrita por facilitar la escritura a mano se caracteriza por la fluidez de su trazo. Teniendo en cuenta que en este yace el origen de la representación plástica, y agregando a esto la continuidad de las letras, el lenguaje implícito en esta tipografía se constituye en una pieza adicional en la matriz de sentido que equipara la condición humana a la artística y que, a través del movimiento constante de la mano sobre el papel que el enunciado lumínico insinúa, sugiere un proceso. Es en la vida, entonces, donde se forja la obra de arte.

En el actual momento histórico, la obra de arte no se puede juzgar a partir de sus atributos de belleza, pues los intereses del arte contemporáneo se establecen sobre ejes que han abierto la experiencia estética desplazando de ella una noción sobre la que en este ámbito cada vez hay menos consenso. Así las cosas, la pregunta por la importancia de esta revelación cobra especial fuerza, primero porque devela una carencia en la manera de entendernos, y segundo porque busca alejarla del foco de validación de los parámetros estéticos cerrados y exigentes que, en abierta contradicción con aquellos que rigen el campo de valoración de las prácticas artísticas, los medios publicitarios han promovido. ¿Qué significa entonces igualar la condición humana a la obra de arte?

Reconocer un objeto como obra de arte es concederle la calidad de referente capaz de revelar las estructuras económicas y sociales de una cultura, y por ende las ideas y valores que la erigen. En una sociedad que rinde culto a la imagen y cuya noción de triunfo está ligada al poder adquisitivo al servicio de la apariencia, entendernos como arte es una idea subversiva, pues permite recuperar el valor de la propia existencia a partir de lo cotidiano, por fuera de las presiones que exigen un resultado arbitrariamente llamado éxito, y volcarla hacia el interior en un contrapeso poderoso. Dignificar el día a día es invertir dicha noción para reconocer el carácter artístico del proceso que es la vida, e implica reducir el paso, existir en el momento, subrayar las singularidades, reivindicar las diferencias y recuperar la capacidad de asombro. Tratar la condición humana en estos términos es una invitación a vivir artísticamente. Afirmar “La obra de arte soy yo” es, entonces, invocar las palabras de Marc Chagall – “el arte es sobre todo un estado del alma” – para aplicarlas a nuestra propia humanidad, potenciándolas.

 

Instalación, Art Basel, Diciembre 2017, Miami, Florida

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Instalación Permanente, Makeno Tienda, Medellín, Colombia

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Instalación, Galería Arte Alto, Julio-Agosto 2019, Medellín, Colombia

Instalación, Galería Arte Alto, Julio-Agosto 2019, Medellín, Colombia

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Instalación Permanente, Showroom La Obra de Arte Soy Yo, Medellín, Colombia

Instalación Permanente, Showroom La Obra de Arte Soy Yo, Medellín, Colombia

Instalación Permanente, Showroom La Obra de Arte Soy Yo, Medellín, Colombia

Instalación Permanente, Showroom La Obra de Arte Soy Yo, Medellín, Colombia

Instalación Permanente, Restaurante Le-Chick, Miami, Florida

Instalación, Tienda Punto Blanco Centro Comercial El Tesoro, Medellín, Colombia

Instalación, Colección Privada, Medellín, Colombia

Instalación, Buró 2019, Bogotá, Colombia

Instalación Permanente, St.Dom Concept Store, Bogotá, Colombia

Instalación, Blue House, Medellín, Colombia

Instalación, Curators Art Project- Art Basel 2014

 Instalación, Curators Art Project- Art Basel 2014

Instalación, Colección Privada, Cali, Colombia

Editorial: La Pachamama, Revista MagasIN, Edición 3, Colombia
Personajes: Paula Sarmiento "La obra de arte soy yo"
Vestuario: Moyano- Miguemo
Colección Vintage Paula Sarmiento
Parra & Parodi

Editorial: La Pachamama, Revista MagasIN, Edición 3, Colombia 
Personajes: Paula Sarmiento "La obra de arte soy yo"
Vestuario: Moyano- Miguemo
Colección Vintage Paula Sarmiento
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Editorial: La Pachamama, Revista MagasIN, Edición 3, Colombia 
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Vestuario: Moyano- Miguemo
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Vestuario: Moyano- Miguemo
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Editorial: La Pachamama, Revista MagasIN, Edición 3, Colombia 
Personajes: Paula Sarmiento "La obra de arte soy yo"
Vestuario: Moyano- Miguemo
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Personajes: Paula Sarmiento "La obra de arte soy yo"
Vestuario: Moyano- Miguemo
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Intervención Artística, Art Basel 2015, Miami, Florida 

Intervención Artística, Art Basel 2015, Miami, Florida

Neón One Way Permanente, Showroom Paradise Mi Amor, Miami, Florida

Instalación Permanente, Tienda Boho Hunter, Madrid, España

Instalación La Obra de Arte Soy Yo, Colección Privada, Miami, Florida

Instalación Stand Makeno, Feria Colombiamoda 2019, Medellín, Colombia

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